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lunes, 20 de mayo de 2013

El Juicio/ Le Jugement



La carta de El Juicio es la carta número 20 de los arcanos mayores del tarot, justo anterior a la carta de El Mundo, última carta de los arcanos, que representa la realización final y la espiritualización de la materia. La carta del Juicio simboliza la resurrección y la unión con nuestro Ser superior, después de haber recorrido un largo y arduo camino en la materia, en la que nos sumimos en un profundo sueño olvidando nuestro origen espiritual.

La carta del Juicio nos muestra que la muerte no existe más que en lo material, y que si solo existe en lo material, entonces lo material es lo ilusorio, pues solo lo que permanece es real. 

Jung habla que para que la resurrección ocurra debe de haber una transformación, el que ha vuelto a la vida después de la muerte, no lo hace nunca en el mismo estado, si vuelves al mismo estado se trata de una recurrencia no de una resurrección.

El concepto de resurrección implica transformación, y esta idea siempre implica sacrificio, el sacrificio esta simbolizado por la cruz del ángel que toca la trompeta. Jesús se sacrifica en la cruz. El sacrificio siempre implica renuncia y desapego. El hombre se sacrifica desapegándose, renunciando a las ambiciones y pasiones humanas. Es el concepto de no identificarse con nuestras distintas subpersonalidades. No puede haber individualidad donde coexisten múltiples “yoes”, que pelean entre sí originando todo tipo de contradicciones psicológicas. Cuando estas subpersonalidades mueren energéticamente, sólo queda en nosotros el Ser. Por eso en esta carta aparecen los dos personajes desnudos (hombre y mujer), despojados de sus vestimentas humanas (egos). Es el hombre desnudo y purificado ante su verdad espiritual, que renuncia a todo, y en su renuncia une la dualidad en la unidad. El hombre despierta y nace la conciencia divina. 

De la unión de lo femenino y lo masculino nace un ser divino, representado por el personaje de color azul que nos da la espalda, es un ser divino, y azul como las divinidades hindúes, o como la sangre de los antiguos reyes engendrados por los dioses. Este ser tiene un toroide en su cabeza que representa las energías cósmicas e infinitas (dicen que el universo tiene forma de toroide, y si le das un corte trasversal al toroide se verá el símbolo del infinito). El hombre consciente ha conseguido generar un ser infinito e inmortal. Curiosamente la rosca de Pascua (fiesta en la que se conmemora la resurrección de Jesús) tiene forma de toroide. La rosca de Pascua contiene  huevos, como si fuera un nido. El huevo es símbolo hermético de la transformación alquímica.

Cuando se llega a la carta de El Juicio, antes se ha tenido que atravesar un camino arduo a través de la materia. Es el viaje que todos atravesamos en la materia para experimentar la aventura de la conciencia. El Ser emprende el camino hacia la oscuridad, y de la oscuridad a la luz. 

Antes de llegar al Sol y al Juicio, que es la conciencia iluminada, el ser ha tenido que atravesar un camino que está representado por dos etapas de 9 cartas cada una:


La primera etapa (de la carta 1 a la 9), va de la carta de El Mago a la carta de El Ermitaño, que representa una primera iniciación. En esta secuencia se pueden ver figuras humanas. La conciencia primero experimenta con el ego los distintos personajes que va interpretando en sucesivas vidas. El ego en esta etapa se va fortaleciendo y aprendiendo a cerca de las distintas experiencias materiales. Cuando llega a la carta del ermitaño experimenta su primera iniciación, que es un aprendizaje relacionado con los secretos del ego y la materia.

En esta etapa nos ponemos en contacto con nuestra sombra: "La sombra representa cualidades y atributos que negamos en nosotros mismos, pero que puedo ver claramente en otras personas." Jung

En la segunda etapa (de la carta 10 a la 18) la mayoría de los personajes que aparecen son “no humanos”. En esta etapa nos ponemos en contacto con las profundidades del inconsciente y tomamos contacto con nuestra sombra. En esta secuencia vemos distintos personajes, mezcla de lo humano y lo divino, que nos indican comportamientos y actitudes. En esta etapa ya no se trata de interpretar un rol o un papel, se trata de enfrentarnos con nuestra experiencia humana y divina, con la dualidad, con la luz y la oscuridad... Es un camino lleno de trampas y de engaños. La Luna es la última carta de esta etapa, y representa el engaño de los sentidos; dos perros se nutren de la luz de la luna, que no refleja su propia luz, sino la luz del Sol. En la segunda iniciación aprendemos a no dejarnos llevar por el engaño de los sentidos y los deseos. La luz y la felicidad no están fuera de nosotros, están en nuestro interior.


Las tres últimas cartas del Tarot representan la conciencia iluminada. En la carta de El Sol nos damos cuenta que "tú eres yo", no hay distinción entre nosotros y los demás. La conciencia es una, la misma unidad es la que ha decidido dividirse para experimentarse a sí misma. En esta etapa somos conscientes de la unidad, y experimentamos la verdadera unión con el otro. 

En El Juicio se produce una unión de la polaridad, lo femenino y masculino se unen para engendrar al ser humano perfecto en su unidad. La carta de El Juicio final representa el final de todos los juicios, que es cuando ya hemos dejado de juzgar a los demás porque ya no vivimos al otro como algo distinto a nosotros. Ya no proyectamos nuestra sombra porque ya la hemos transmutado, y ya no hacemos juicios porque hemos trascendido la dualidad y comprendemos la perfección de lo creado. 

Por último la carta de El Mundo nos muestra la realización y la espiritualización de la materia. El hombre ha comprendido todos los secretos de la materia y domina todos sus elementos (el fuego, la tierra, el aire y el agua).

 “…según la clasificación de Georgi Gurdjieff, el hombre íntegramente desarrollado y absolutamente autoconsciente, es el único ser que vive y experimenta cabal y permanentemente el plano vivencial esotérico de la existencia, y es la única clase de ser que puede elegir voluntariamente no solo cuándo y dónde reencarnar, sino también si acaso hacerlo, pudiendo optar por trascender el plano existencial de la Tierra, del planeta, del mundo. Para ello, el hombre nº 7 se “sacrifica” al y del mundo, se despega de él, con todo lo que conlleva, la renuncia a los apetitos humanos, a la belleza del mundo natural y cultural que conocemos, a las ambiciones y pasiones humanas. Es lo que hace Cristo al resucitar, dejar el plano físico de este mundo. …”  Fuente: http://rosanasalinas.wordpress.com/category/gurdjieff/

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