Hoy voy a recoger en mi blog un fragmento del libro de Howard Sasportas “Los Dioses del cambio. El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón”
Urano es un planeta del sistema solar que fue descubierto en el siglo XVIII, en una época evolución y transformaciones sociales, por ello está asociado a la renovación y lo imprevisto. Urano simboliza la intuición, la inspiración repentina, la comprensión instantánea y la apertura por todo lo nuevo, desconocido e inusual. Su acción es súbita, inesperada y a menudo violenta. Urano es un destructor de tradiciones.
Los tránsitos de Urano
Prometeo era uno de los Titanes, cuyo nombre significa presciencia, la capacidad de ver un acontecimiento antes de que suceda. Cuando Zeus estaba trabado en lucha con los Titanes, Prometeo previó que él sería el triunfador y decidió́ ponerse de parte de Zeus en contra de los de su propia raza. Al comienzo, él y Zeus fueron firmes aliados y se hicieron varios favores recíprocamente. Prometeo asistió́ al nacimiento de Atenea, que nació́ de la cabeza de Zeus. Y la diosa le ofreció́ a cambio enseñanza de astronomía, matemáticas, arquitectura y otras ciencias importantes, como resultado de lo cual Prometeo llegó a ser muy sabio.
Pero se preparaban tiempos difíciles. Con el correr de los días. Prometeo se fue inquietando cada vez más ante la injusticia que percibía en torno suyo: ¿Por qué́ los dioses habían de detentar el monopolio del conocimiento y de todas las cosas buenas de la vida? En un esfuerzo por mejorar la condición del común de los mortales, Prometeo transmitió́ sus conocimientos a la raza humana. Zeus, encolerizado por el intento de establecer una mayor igualdad entre los dioses y los humanos, castigó estas transgresiones negando al ser humano el don del fuego, ante lo cual Prometeo - un rebelde con causa - robó el fuego de los dioses que ardía en el Olimpo y se Io ofreció a la humanidad. Zeus se vengó haciéndolo encadenar a una roca en el monte Cáucaso, donde un buitre venia todos los días a devorarle el hígado.
Prometeo representa el impulso uraniano de progresar y avanzar que hay en todos nosotros. La necesidad de cambiar nuestra situación presente para mejorarla. Prometeo simboliza aquella parte de nosotros que quiere elevarse por encima de nuestros orígenes animales y de nuestra naturaleza puramente instintiva, para convertirse en algo más de lo que ya somos. En este mito, Zeus simboliza aquella parte de Ia psique que se resiste al cambio y que nos exige pagar un precio por crecer y evolucionar. Zeus no quiere que se divulguen sus secretos y privilegios, y castiga a Prometeo por su intento de hacerlo.
Esta dinárnica vale también para los tránsitos de Urano. Durante un tránsito de Urano, es probable que se produzca un cambio importante en nuestra conciencia, una revelación que cambia Ia visión que tenemos de nosotros mismos o de la vida. Sin embargo, los resultados inmediatos de semejante revelación no siempre son placenteros: por ejemplo, si el lector se ha considerado siempre una persona bondadosa y atenta, podría ser que de pronto cayera en la cuenta de que, por debajo de su disposición positiva, siente en realidad envidia y resentimiento con respecto a amigos íntimos que le dan la impresión de ser más felices o de haber tenido más éxito que él. Darse cuenta de que uno no es la bella persona que creía ser puede constituir un duro golpe, una especie de castigo por la profundización de conciencia lograda.
También puede ser que repentinamente uno se dé cuenta de cómo una imagen que tenía de sí mismo, hasta entonces inconsciente, ha sido un obstáculo que no Ie permitía disfrutar de la vida. Entonces comprende que durante muchos años ha andado por el mundo con la creencia inconsciente de ser inferior a otros, y ahora tiene que enfrentarse con la inútil negación de sí mismo y con las oportunidades desperdiciadas, con los años perdidos que de ello resultan, o con las muchas veces que su escasa autoestima interfirió o puso en peligro su evolución. Es innegable que tomar conciencia de una imagen negativa de nosotros misrnos es bueno, ya que esta percepción es lo que en última instancia nos permite cambiar las pautas destructivas. Pero, ¿qué hay del hecho de que si hubiéramos llegado antes a percibirlo así́, toda nuestra vida podría haber sido mucho más feliz y podíamos haber alcanzado más éxitos? Incluso el más jubiloso ascenso a un nuevo nivel de conciencia puede ir acompañado de remordimientos, vergüenza, culpa o incomodidad por la forma en que hemos sido hasta entonces. Por el cambio se paga un precio.
E independientemente de que los demás nos ataquen o no por los cambios uranianos que introducimos en nuestra vida, siempre tenemos que afrontar nuestra propia culpa interior y vérnoslas con aquella parte de nosotros que espera que la castiguen por haber roto las pautas establecidas...
Bibliografía: “Los Dioses del cambio. El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón” de Howard Sasportas
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