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viernes, 24 de enero de 2014

La Rueda de la Fortuna. El Samsara, el Karma y el Dharma

Como habréis comprobado en el blog me entusiasma relacionar símbolos. Acercar símbolos de occidente y oriente, me ayuda comprobar que todas las culturas, independientemente de donde sean, comparten muchos símbolos, ya que el símbolo al contrario que el lenguaje, tiene un componente universal. 
  
La rueda de la fortuna pertenece al número 10 de los Arcanos Mayores, por lo tanto representa el final de un ciclo: pasamos de un número de una cifra a un número de dos cifras. Pero este final de ciclo también representa el principio de un ciclo. Volvemos al origen: 1+0=1.
Del Arcano número 1 al Arcano número 9 se cumple un ciclo (las figuras de estos arcanos del 1 al 9 parecen ser más humanas) Del Arcano número 10 al 19 se cumple otro ciclo (estas figuras parecen ser más fantásticas y mitológicas) Los arcanos 20 y 21 representan el final de los ciclos repetitivos; con el Juicio Final (Arcano 20) y la realización de El Mundo (Arcano 21). El Arcano El Loco (sin número), representa la energía primordial que hace girar la rueda de los ciclos.

En la imagen de este Arcano se pueden ver tres personajes, entre el humano y animal, enredados con la rueda. En la parte de arriba, una especie de esfinge con  una espada y una corona, parece hacernos ver lo fútil del poder y las riquezas del mundo material, pues inevitablemente todos los encarnados pasaremos por el final de ese ciclo material, y al otro lado, nos llevaremos nada más, que lo que hayamos acumulado en el nivel espiritual. 

Esta carta nos enseña, que nada es producto del azar, todo tiene un sentido, y lo que vivimos en cada momento, es parte de un ciclo mucho más amplio y profundo. La Fortuna nos indica que nadie puede estar seguro de nada, pues todo lo que sube luego baja y viceversa; si un día tuviste poder, otro día lo puedes perder; si un día acumulaste riqueza, en cualquier momento lo perderás. Este es un símbolo de la transitoriedad de las cosas materiales, ya que en lo material nada es para siempre. La esfinge representa el apego y el deseo que nos mantiene atados a la materia, es el monstruo, nuestra sombra, que debemos descubrir en nosotros para poder trascenderla. La sombra siempre se esconde dándonos pistas, pero nunca nos dice la verdad de lo que esconde… Si no somos capaces de saber que esta ahí, dominará nuestro destino. Esta esfinge es un personaje muy parecido al personaje del Arcano El Diablo (diablo, viene del vocablo dividir. El diablo nos divide nos hace vivir en la dualidad).

Los seres mitad hombre, mitad humano, atrapados en la rueda, suben y bajan repitiendo continuamente las mismas situaciones y volviendo siempre al mismo punto de partida, así como nosotros aprendemos en la vida a base de repetir la misma situación, hasta que tomamos conciencia y pasamos a otro ciclo.  El dominio de los instintos es fundamental para no permanecer dando vueltas en la rueda de las encarnaciones eternamente. Si somos capaces de dominar nuestros instintos, podremos hacernos con la rueda, sino, estaremos destinados a vivir una vida entregada a la diosa de la Fortuna, que será en este caso la dueña de nuestro destino. La Fortuna, entonces, nos colocará en una serie de circunstancias que no podremos dominar con la personalidad (persona=mascara), a no ser que utilicemos el estado interior de nuestra conciencia.

La Rueda como símbolo sagrado

El símbolo mandálico más antiguo y más universal, de todos los pueblos, es probablemente el de la Rueda. Este símbolo aparece tratado, directa o indirectamente, en todas las tradiciones.

El círculo y la esfera son dos símbolos, que han sido considerados para muchas culturas como la representación de la totalidad y la perfección. La rueda, en particular, está asociada a ciclos, y a la recurrencia en particular, siendo una especie de modelo simbólico de los ciclos humanos y cósmicos: La rueda zodiacal divide el año en doce signos, los que también están supeditados a ciclos mayores, y estos están relacionados con eras. El término "zodiaco", de origen griego, se traduce por "rueda de la vida".



La rueda en el plano es un círculo, y la circularidad es una manifestación espontánea del cosmos. Y esa energía ha de provenir de un punto central que la irradia. En astrología este símbolo es el símbolo del Sol, pero también el símbolo del zodiaco, y por tanto el símbolo de nuestra propia conciencia: “Lo que es arriba es abajo”.

Se considera a la cultura Olmeca como la "cultura madre" de Mesoamérica. Algunos investigadores creen que los olmecas fueron los supervivientes de la desaparecida Atlántida. Aun no se tiene una conclusión clara de porque los Olmecas desaparecieron misteriosamente alrededor de 400 a.c. 

Uno de los misterios más desconcertantes que existen en esta cultura y en las que la precedieron (mayas, incas) es que no usaban la rueda aunque la conocían. A pesar de la cantidad de monumentos hechos en piedra no tenían animales de carga, por lo que el trabajo para la construcción de estos monumentos, fue llevado a cabo íntegramente por medio del esfuerzo humano, ¿Qué tipo de herramientas utilizaron? Sin embargo, se han encontrado evidencias de que estas culturas conocían la rueda, ya que en algunos yacimientos se han encontrado juguetes infantiles con ruedas. 

Hace unos años, escuche a una sabia anciana de la cultura maya, que hablaba sobre este tema, contando que la rueda sí que era conocida por los antiguos mayas, pero la consideraban un símbolo tan sagrado, que no querían profanarla y convertirla en algo cotidiano y vulgar. Para ellos, utilizar la rueda como algo utilitario, significaba corromper lo sagrado de su naturaleza, y todo tiene su consecuencia. Y así le ha ocurrido al hombre moderno, que a partir de la utilización de la rueda (empezando por el reloj, el dominio y división del tiempo), su progreso tecnológico y económico ha sido tan acelerado, que lo que ha obtenido es su desconexión con el fluir de la naturaleza, avocándole a una artificialidad forzada, de degradación y destrucción cada vez más acelerada, hacia él mismo y hacia su propio entorno. Solo cuando el hombre vuelva su mirada hacia el interior, podrá reconducir su vida y la de su entorno.

El Samsara, el Karma y el Dharma

La Rueda de la Fortuna es la Rueda del Samsara. El concepto de Samsara es el ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación, de las tradiciones filosóficas hindúes brahmánicas o budistas. Es un símbolo tan respetado en la India, que hasta se encuentra dentro de su propia bandera.

El Vedanta, que es una de las escuelas de la filosofía hindú, nos enseña que hay dos conceptos fundamentales para entender la realidad: Maya; naturaleza ilusoria de la realidad que hace que nos percibamos como seres individuales, Karma; La identificación, el apego y la apetencia de fruto en la acción, que hace que la naturaleza individual se afiance y perdure.

Según el Vedanta, la realidad se desarrolla dentro de dos situaciones: dualidad y No-dualidad. Mientras el ego exista, las dos; dualidad y No-dualidad, coexisten. Si el ego desaparece, la dualidad se absorbe de inmediato en la No-dualidad.

Hay que tener en cuenta que no se trata de acabar con el ego, o hacer que desaparezca. El ego es necesario para poder vivir en este mundo material, pues representa nuestra personalidad, pero es la conciencia humana quien debe de guiar el ego, no el ego a la conciencia, para ello el Vedanta nos propone un concepto diferente a la acción y es La Recta Acción.

Para entender la Recta Acción Sesha, en su libro “El eterno presente”, nos describe una serie de conocimientos que ahondan en esta filosofía:

A cerca del KARMA:

Toda acción ejecutada con sensación de pertenencia (actividad egóica) y búsqueda del fruto genera karma. O sea, el acto vivido con sensación de pertenencia y gusto por el resultado crean sensación egóica de continuidad. El individuo se liga a la acción y a su consecuencia creando karma.

El apego tiene que ver con dos características: Apetencia del fruto de la acción, o sea, la realización de la acción por la obtención de la meta propuesta y la sensación de pertenencia del ejecutante de la acción, o sea, el sentirse identificado con la acción

A medida que la identificación aparece, surge de este acontecer el karma. Por lo tanto, el karma es la consecuencia de la identificación de la acción. El karma liga buenas y malas obras pero, fundamentalmente, une al actor con la consecuencia de la acción.

El deseo como tal no cualifica ni cuantifica a la acción, tan sólo relaciona la causa de la acción con su consecuencia posterior. Todas las acciones realizadas por los individuos en un presente tienen como causa previa, una acción realizada por deseo, razón por la cual, ambas hilvanan el hilo del karma.

El deseo planea en la mente humana creando la mayor fuente de dolor y penurias: el egoísmo. El ser humano por naturaleza ni es bueno ni es malo, tan sólo es egoísta. Prevalecer en el “yo” pese a todo y sin importar nada infunde egoísmo. Afianzar el “yo” a través de la acción relacionándose con ésta mediante la pertenencia y la apetencia del resultado induce continuidad a la sed egoísta del mismo “yo”.

El mundo entero ilusionado clama por resolver el misterio de saber qué es el “yo”. Pero extrañamente nadie se contenta con el simple misterio de “ser”. “Ser” es un acto tan normal y espontáneo que en la práctica se experimenta como axioma. Se “es” y punto, nadie lo niega. Pero “ser” asociado a algo como por ejemplo: “ser yo”, cautiva y confunde la mente. Karma es aquello que mantiene la continuidad a “ser yo”. La meditación, en cambio, nos sitúa en la esfera de “Ser” asociado a un no-yo.

A cerca del DHARMA:

La Recta Acción. Existe una manera correcta de realizar la acción sin que el sujeto se identifique con ella. La acción ejecutada de esta forma es denominada dharma.

El ambiente natural sobre el cual se desenvuelve la acción se denomina dharma o Recta Acción. Sin embargo, quien cumple la acción desde esta perspectiva no genera ningún gasto psicofísico, pues libre y sin esfuerzo actúa estando inmerso en lo que hace.

Dharma es, entonces, la acción ordenada que sitúa a quien actúa como parte de un orden natural y espontáneo, donde no existe ni exceso ni defecto en el actuar. Dharma es una medida justa que se adapta a cada acontecer. Toda acción, por difícil o conflictiva que parezca, tiene una forma de hacerse rectamente.

Todo ser humano tiene un dharma cuando ejecuta sus actos, y es el de realizarlos correctamente. La misma naturaleza tiene su dharma, el del Sol es iluminar y dar vida, el de los animales entre ellos servir de alimento a sus depredadores, y éstos a los siguientes en la cadena alimenticia con el fin de preservar la vida. El dharma más alto del ser humano es el conocimiento de Sí Mismo.

Se desprende, de aquí́, la posibilidad de realizar la acción sin apetencia de fruto y sin egoencia. Ello no implica dejar de lado la responsabilidad asumida previamente con el acontecer cotidiano; es más, implica cumplir adecuadamente con la responsabilidad de realizar la acción pero sin identificarse con ella. A este tipo de actividad se le denomina dharma, Recta Acción o karma yoga.

Como consecuencia de las afirmaciones previas, existe la posibilidad (exclusiva de cada individuo) de identificarse o no con la acción. A ello se le denomina libre albedrío. Por lo tanto, la libertad no estriba en decidir qué acción ha de realizarse, sino en identificarse con ser actor o con la consecuencia de los actos. Los actos y el destino de ninguna manera pueden ser cambiados, de igual forma que cuando ha sido ya impulsada una flecha por el cordel de un arco es imposible modificar la trayectoria hasta el momento final donde regresa a tierra.

A cerca del PRESENTE:

El Presente Es, pero no puede ser definido como algo. El Presente es un flujo incesante de existencia. Fluir en el Presente implica permanecer atento.

Aparte de todo esto, el Presente o la capacidad espontánea de presencia tiene una cualidad maravillosa, y es que el acto del saber sólo opera cuando se está en él. Sólo es posible conocer en el Presente; en el pasado tan sólo se piensa. Pensar y conocer son dos cosas diferentes. En el pensar hay razón, movimiento, actividad, duda; en el Presente hay saber.

Saber no es pensar. Pensar es emitir nombre y forma al Ser opacando su naturaleza no- dual. Así́ pues, mientras la mente merodee constantemente en el pasado, la percepción se asociará exclusivamente a la memoria y a su naturaleza ilusoria y dual.

Cuando un individuo opera sin apetencia al fruto de la acción y a la vez permanece en el Presente realizando la acción, su voluntad intencionada muere y con ella el “yo” se diluye homogéneamente en toda la percepción. Esta modalidad de acción se denomina meditación en la acción.

El truco de la vida no consiste en hallar las acciones fuentes de felicidad, sino en realizar cualquier acto desde el sitio generador de la propia felicidad: el Presente.

Bibliografía: "El eterno presente" Sesha

martes, 21 de enero de 2014

El Carro y la Teoría de la Reminiscencia de Platón

La Teoría de la reminiscencia es una teoría según la cual conocer es recordar.

Esta teoría se asocia a la diferencia platónica entre el cuerpo y alma. Según Platón adquirir conocimiento es recordar lo que el alma ya sabía, de cuando habitaba en el “mundo de las ideas”, antes de caer al “mundo sensible” y quedar atrapada en el cuerpo físico.

El recuerdo de este conocimiento se adquiere principalmente a través de la filosofía.

Platón nos remite a las matemáticas como uno de los conocimientos más puros, ya que la información que se deriva de esta es común a todos los humanos, ya que las operaciones matemáticas son objetivas, mientras que las sensaciones producen información individual a nivel subjetivo, y esto no sirve para crear un conocimiento verdadero. 

Por lo tanto el conocimiento verdadero nunca puede provenir del mundo exterior, debe provenir de la mente. Sin embargo, Platón no deseaba limitar su teoría a las matemáticas, sino extenderla también al conocimiento de los objetos reales. Según Platón todos los objetos son formas que se encuentran primero en el mundo de las Ideas, donde están también las almas antes de encarnarse. Por eso, según él, todo conocimiento proporcionado por las formas de los objetos, se encuentra en el alma del hombre, pero sólo al contactar con los objetos concretos, puede ser capaz de recordarlo. Así, todos los objetos de una misma clase, por ejemplo: todas las manzanas, se derivan de una misma forma, que al ser de la misma naturaleza que la mente se puede conocer, y conociéndola, es posible conocer cualquier objeto derivado de ella: las manzanas particulares.
Ya hable en otro post a cerca del Arcano VII. Todos estos significados tienen una estrecha relación… 

Cuenta la leyenda que las almas de los hombres fueron convertidas en carros tirados por dos caballos: uno blanco que representa la sensibilidad y uno negro que representa lo pasional. El chófer que controlaba este carro era la parte racional y llevaba el carro de manera armoniosa, sin que ninguno de los dos caballos rompiera ese perfecto equilibrio. En este estado las almas vivían felices y en concordia. Si alguno de los caballos se atreviera a dominar sobre el otro, y el chófer no fuera capaz de dominarlo, las almas serían expulsadas de este mundo perfecto. Muchas almas se mantuvieron en armonía, pero otras rompieron el equilibrio de su carro y el cuerpo físico las atrapó. Lo físico y denso, resultó una especie de cárcel para estas almas acostumbradas a la libertad y ligereza de su carro, por lo que intentaron escapar de él pero no lo lograron. Con el tiempo se dieron cuenta que la única manera de escapar de su densidad sería a través del conocimiento máximo, hasta que este conocimiento se alcance, el alma seguirá cambiando de cuerpo hasta que lo logre. Cuando el alma se da cuenta de esto, empiezan el camino de vuelta hacia su esencia. Según Platón en este camino de vuelta hacia el conocimiento, las almas no aprenden de cero, solo recuerdan lo que ya saben del mundo de las ideas.

"A juzgar Dios a Adán" Willian Blake
Imagen obtenida: http://en.wahooart.com/@@/7Z4Q6A-William-Blake-God-Judging-Adam

Platón recoge el mito del Carro alado en su diálogo "Fedro": "Los caballos y aurigas de los dioses son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están mezclados. En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía una pareja de caballos; después, de los caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de elementos de la misma índole; el otro está constituido de elementos contrarios y es él mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la conducción”.

El Merkaba, nuestro vehículo energético

Merkaba es una palabra que proviene del antiguo hebreo y significa carroza. Presenta una raíz consonántica r-k-b, que tiene el significado general de dirigir.

Otro significado de la palabra: 
Mer: Luz rotando en dos sentidos
Ka: Espíritu individual
Ba: cuerpo físico y realidad física

Por tanto Merkaba es la Luz del Cuerpo, de la Mente y del Espíritu que gira sobre sí mismo.


Vídeo: Origen del Cosmos El Merkaba


Drunvalo Melchizedek nos da el por qué de la unidad de toda la vida en todas partes. La Geometría sagrada, el número PI, como Dios creó al Universo, los 7 días de la creación del Génesis, los campos auricos y energéticos del hombre, los universos holográficos, la estrella de David o el MERKABA, las religiones, los crop-circles y los chakras...

miércoles, 15 de enero de 2014

Efecto observador

Hay un relato zen sobre dos monjes que observan una bandera ondear en el viento. Uno dice:

«La bandera está ondeando» y el otro afirma: «No, el viento se está moviendo». Su maestro se acerca y uno le pregunta: «¿Quién tiene razón? Yo digo que la bandera se está moviendo; él dice que es el viento el que se mueve». El maestro contesta: "«Ambos están equivocados. Sólo la conciencia se está moviendo; cuando la conciencia se mueve, crea el mundo con su imaginación».


Sin observación nada existe. La conciencia observa e interpreta, creando el mundo a través de la imaginación. Sin la conciencia que observa, todo es potencial infinito.

En  "La teoría del desdoblamiento del tiempo" el doctor Jean-Pierre Garnier Malet nos cuenta:

Sin observador, el espacio no existe, y sin movimiento del espacio en relación con el observador, el tiempo no existe. A fin de no hacer antropomorfismo, la ciencia moderna tiene como principio diferenciar al observador del espacio observado, utilizando referencias de espacio y tiempo lo más objetivas posibles. Ahora bien, una partícula siempre puede ser considerada como observador de su tiempo, y de su horizonte.

La mecánica de lo infinitamente pequeño (mecánica cuántica) nos prueba que el observador de un experimento es siempre un participante. ¿Por qué no sería igual en lo infinitamente grande (mecánica universal)?

La teoría del desdoblamiento aborda el problema demostrando que el horizonte observable de una partícula es siempre una partícula evolucionando en otro horizonte. De esta manera el horizonte infinitamente grande de una partícula inicial no existe para las partículas que tienen esa misma partícula como horizonte infinitamente pequeño. Es dando un cambio de escala de tiempo y de espacio necesario entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño que esta teoría me permite unificar las leyes de lo infinitamente pequeño y de lo infinitamente grande.

Enric Corbera en estos vídeos nos explica El Efecto Observador desde un nuevo enfoque. 




(Información adicional: actualizada 8 febrero 2014)

Esta noticia es muy curiosa, y viene al caso de este post:

Científicos: "Investigar el universo puede desencadenar el Armagedón"


La razón de un colapso, dice el profesor Krauss, tiene que ver con la forma extraña en que los "estados cuánticos" se ven afectados cuando son observados. La llamada 'Paradoja de Schrödinger', consiste en una caja cerrada y opaca que contiene un gato en su interior, una botella de gas venenoso y un dispositivo que alberga una partícula radiactiva que tiene una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo determinado, de forma que si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere.

Tras transcurrir el tiempo establecido, hay una probabilidad del 50% de que el dispositivo se haya activado y el gato esté muerto, y la misma probabilidad de que el dispositivo no se haya activado y el animal permanezca con vida. Según los principios de la mecánica cuántica, los estados vivo o muerto están superpuestos hasta que "se abre la caja" e interviene el observador. 

Así, según los físicos, la observación continua del universo puede estar cambiando la evolución del mismo, empujándolo hacia su muerte y a nuestra total destrucción. 

Mi opinión personal, es que el efecto de la observación, depende de la intención del observador, es decir, que si la observación tiene una intención negativa, las consecuencias serán siempre nefastas, por lo contrario, una intención positiva, atraerá consecuencias positivas, y es ahí donde esta nuestra RESPONSABILIDAD individual.

martes, 14 de enero de 2014

Modalidades del Yo

Ya he hablado en otros post acerca de la importancia de integrar la personalidad para poder trascenderla y llegar a entender nuestra naturaleza espiritual.

La Psicología astrológica se basa en la psicosíntesis de Assagioli. El primer paso del proceso de la psicosíntesis es aprender a tener un yo personal fuerte y sano, esto se consigue con la integración de la personalidad tripartita, a través de la desindentificación de nuestras múltiples subpersonalidades. La finalidad es que se produzca una alineación de nuestra energía, en el centro de nuestro Yo Superior, que es el centro esencial del ser humano.

  
En Psicología Astrológica los 3 planetas principales portadores de la personalidad son Saturno (nivel físico), la Luna (nivel emocional) y el Sol (nivel mental). La integración de la personalidad tripartita se realiza a partir del planeta del yo más fuerte, y la psicosíntesis se produce en el centro esencial del ser humano, que es nuestro Yo Superior. 

Romper las estructuras de la personalidad creadas puede resultar muy duro, pero es necesario para volver a la inocencia, que es el origen de ser humano.

Según el libro “El eterno presente” de Sesha, este proceso de romper con las barreras mentales del yo se produce en cinco estados:

PRIMER ESTADO: SUEÑO
Es este el primer y más bajo de los posibles estados de experimentación del individuo. El “yo” convertido en creador de uno o varios mundos mentales, no sólo es inconsciente de su creación, sino que el caos del estado le impide verla como la sucesión continuada de entes independientes a él mismo. Nos referimos específicamente al acto onírico o estado de sueño. Allí, el “yo” crea multifacéticos nuevos “yoes” y es incapaz de reconocerlos como creación propia. En cambio, los asume como reales e independientes de sí mismo.

El estado de Sueño es el más caótico de los diversos estados que el “yo” pretende mantener.

Allí entonces, abstraído en los sones de la inconsciencia e impotente de cualquier control, se convierte en un barco a la deriva bajo la tempestad de los hábitos mentales. Olas de pensamientos se sobreponen unas a otras creando el fantasma irreal de multifacéticos objetos virtuales. El “yo”, convertido a la vez en el objeto y sujeto de la percepción, sumergido en el estado del sueño, crea el mundo onírico, pero experimenta a los objetos externos a él reales e independientes.

SEGUNDO ESTADO: PENSAMIENTO
Cuando sumergida la mente en sus propios recuerdos no le es posible al “yo” crear distancia con los contenidos mentales en forma de pensamientos, identifica a estas ideas que aparecen como cualidades de él mismo. La identificación con los pensamientos en este estado es tan intensa que el sujeto se ve a sí mismo calificado por el acontecimiento que evoca.

De tal manera que, si por ejemplo, aparecen en la esfera mental pensamientos relacionados con sucesos fatídicos, la tristeza se apoderará inmediatamente del sujeto invitándolo (o más bien obligándolo) a involucrarse y convertir a su “yo” en un ente triste. Pero si al contrario, son evocados acontecimientos de felicidad, la alegría tiñe de su propio esplendor y gozo al sujeto.

La identificación con los pensamientos y la ausencia de distancia psicológica entre el perceptor y los objetos externos generan el extremo hábito de permanecer así. Arraigado entonces en el hábito, la persona se convierte en presa de su propio pasado o de su propio futuro. En este constante caos, un pensamiento insinúa al siguiente, y éste a otro nuevo. No hay descanso ni quietud mental. No importa si hay relación entre evocaciones; lo importante es estar pensando, en qué no importa, mientras la mente esté ocupada en cualquier cosa.

Este estado impide tener una visión correcta del entorno. El mundo presente allí fuera es como una gigantesca foto en dos dimensiones. No hay profundidad, pues no está vivo, y no lo está porque el sujeto lo aviva solamente cuando sale de sí a capturarlo. De este modo, mientras esté en sí mismo, percibiendo el mundo desde dentro de su cabeza, tan sólo aviva sus recuerdos haciéndolos partícipes de una falsa realidad. Los recuerdos son como cadáveres vivientes: unos aún cálidos y buenos mozos, otros tan descompuestos que con su fetidez impregnan el apacible presente.

Los estados de Pensamiento y Sueño, suelen ser los que más frecuentemente se presentan en el diario acontecer del ser humano. Ocupan el noventa y cinco por ciento o más del tiempo diario de actividad mental. He aquí entonces la causa de lo caótico del individuo: está preso de su memoria. Intenta huir del pasado que califica como malo y suplantarlo por un futuro que considera válido. Sin embargo, ambos, pasado y futuro, son tan faltos de realidad como la vida de una foto, el color del cielo visto mientras se sueña o un acontecer que aún no llega en el tiempo.

TERCER ESTADO: OBSERVACIÓN
He aquí un estado mental desdichadamente poco frecuente para la mayoría de las personas. Su característica fundamental estriba en la clara distinción entre el observador y lo observado mediante la aparición de una mínima estabilidad y continuidad en la percepción externa.

En este tercer caso, el estado de Observación, el individuo es capaz de integrar la información externa mientras ocupa su propia realidad interior. Nota el mundo que lo rodea mientras logra ser consciente de sí mismo. El hecho de ser claramente perceptor del mundo y de sí mismo le permite al sujeto sustraerse de los objetos externos y diferenciar entre él como perceptor y los objetos como entes a conocer. De tal forma, que le es posible salir de sí para poder situarse dentro o fuera de él mismo sin perder su propia identidad.

CUARTO ESTADO: CONCENTRACIÓN
La Concentración se logra única y exclusivamente mediante una de dos vías: la ausencia total de esfuerzo psíquico en la experimentación de un hecho cualquiera o permaneciendo el suficiente tiempo en un pensamiento para cruzar su propio umbral.

El estado de Concentración es excluyente, o sea, mientras sucede es imposible tener consciencia del entorno que no hace parte de lo percibido. Este estado de abstracción de todo ente adicional que acontece en la Concentración genera en el objeto percibido una intensidad de vida y existencia que de otra forma no es posible notar. La experiencia es en un todo similar al hecho de la simple lectura de un libro, o también a todas aquellas acciones en las cuales la atención permanece fija en un objeto cualquiera.

QUINTO ESTADO: MEDITACIÓN
El estado de Meditación es el más elevado de todos cuantos es posible vivir en asociación con el mundo circundante. A diferencia del anterior, el individuo se integra con la totalidad de lo percibido y no con una parte de él. En este caso, tanto tiempo como espacio también se diluyen a causa de la continuidad y estabilidad de la experiencia y vivencia del Presente.

La Concentración se transforma en Meditación cuando el objeto observado no se asocia a nombre ni forma alguna. Allí, firme en la arrasadora percepción de la No-dualidad logra notar la maravillosa experiencia de la totalidad, en la cual se fusionan sujeto, objeto y poder de conocimiento.

Bibliografía: El Eterno Presente. La realización del Ser: un camino hacia la meditación en la acción. Sesha

lunes, 13 de enero de 2014

El Loco. El caos, el cambio y la Energía Punto 0


El Arcano Le Mat representa la energía primordial o la conciencia Superior, donde todo se origina.  Esta carta es la única que no tiene número, y al no tener medida es una energía que no se puede comprender con la razón, ya que representa al Espíritu Divino preparándose para reencarnar en la materia. 

Esta carta es la representación de la energía de "el vacío" donde todo se genera. De la energía primordial salen todos los impulsos conciénciales. Esta energía  impregna todo lo visible y lo invisible y es infinita. Ahora se sabe que lo que llamamos vacío, está repleto de energía potencial. Hay más energía en un centímetro cúbico de vacío que en todo el Universo material. La propia materia está conformada por ese vacío, por lo que materia y vacío es lo mismo. La materia es solo la sombra de esa energía que percibimos como “vacío”. Así por ejemplo, cuando proyectamos una sombra con nuestras manos, esa sombra tiene la forma de nuestra mano pero le falta una dimensión, ya que está en un plano y sólo está en dos dimensiones. Del mismo modo nuestro cuerpo y todo lo que se mueve en estas tres dimensiones, son sombras de dimensiones superiores. Normalmente pensamos que estas sombras, que estas proyecciones son reales y olvidamos que están siendo proyectadas desde dimensiones superiores. 

En esta carta se puede observar a un personaje con un hatillo al hombro, lleva todo lo que le pertenece encima. Es un nómada, un vagabundo cuya misión aun está por descubrir. Es el sino del ser humano, que camina por la vida sin saber de donde viene y adónde va. El humano está continuamente haciéndose preguntas sobre el sentido de su existencia, por eso Le Mat mira hacia arriba, porque intuye que las respuestas solo pueden encontrarse en los cielos. 

Se dice que todos los seres sintientes tienen una misión que cumplir como especie. El ser humano genera karma porque se ha olvidado su origen espiritual. Cuando el hombre cumple con su misión genera dharma. El dharma del ser humano es el conocimiento de Sí Mismo, con mayúscula, porque se refiere al Yo Espiritual. Pero el hombre confunde el conocimiento de Sí Mismo con la identificación egoica. Esa es la locura del hombre actual, el no saber quien es, identificandose erroneamente con su mente, sus emociones y su cuerpo, se encuentra perdido y desamparado, sin guía y sin sentido existencial. Precisamente conocerse Así Mismo implica desidentificarse de todas las mascaras que el ego ha ido construyendo alrededor de la personalidad.  Etimologcamente, el origen de la palabra persona viene del griego prospora, cuyo significado es máscara.

Esta carta nos plantea todas las preguntas existenciales del ser humano: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Cuál es el sentido de mi existencia? Esas preguntas no obtienen respuesta hasta que no caen todas las máscaras de la personalidad.

El viaje de El Loco nos indica que deja atrás el pasado dirigiéndose al futuro, pero el perro, representado por los errores del pasado, le impide seguir su camino, por eso corre el riesgo de seguir dando vueltas sobre sí mismo. Alcanzar la libertad que representa El Loco supone dejar atrás la seguridad de lo conocido y adentrarse en la aventura creativa de lo desconocido. El Loco tiene que ver con el caos que se genera en los procesos de cambio, ya que su energía es muy importante para que afloren nuevas oportunidades creativas. 


A este respecto, hay dos cartas entre los Arcanos mayores del Tarot que tienen cierto paralelismo. Una es el Arcano El Loco que no tiene número, y otra es el Arcano número 13 que no tiene nombre. Ambas cartas parecen dirigirse con decisión hacia la derecha, el Arcano número 13 es como el una radiografía en negativo de El Loco.

Estas dos cartas juntas representan un camino de transformación interior, ya que solo con la muerte del ego y el desapego podemos encontrar la Luz del espíritu. Cuando nos despojan de todo aquello que creíamos ser, descubrimos una parte de nosotros mismos que siempre ha estado ahí porque es único e indestructible. En definitiva, somos aquella parte de nosotros que permanece cuando nos despojan de todo lo demás.
  
El libro de Maat nos dice:

“Todo caos es previo al nuevo orden, depende del hombre adaptarse y ascender junto con las energías planetarias o quedarse anclado a ISEFET.”

“No temas al caos, no te sientas vulnerable, sonríele es la antesala del orden, la verdad y la justicia. La violencia e ira de ISEFET es la señal inequívoca del cambio que se avecina.”
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Para terminar, os dejo un vídeo relacionado con el tema, muy interesante de Javier Lorente RETORNO AL PUNTO CERO - Cómo conectar con los campos cuánticos.

Descripción
En la reciente charla taller ofrecida por Javier Lorente en el Magic 2013 nos presenta su último libro "Retorno al Punto Cero". En el cual nos comparte su visión de que todos los caminos llevan a un único destino, que es al mismo tiempo el lugar desde donde se iniciaron cada uno de ellos. Y que es en ese principio y final, donde todo se puede generar, donde todos los cambios pueden ocurrir cuando nos permitimos estar en un estado de neutralidad, de plena aceptación, basado en el perdón hacia uno mismo, y en la humildad y la confianza en que lo que sucede en el presente; es la experiencia que necesitamos vivir en nuestro actual estado de consciencia. Y que solo ante esa rendición, basada en la confianza y entrega hacia lo absoluto, todas las limitaciones que nos hacen sufrir pueden llegar a desaparecer.

jueves, 9 de enero de 2014

La Carta Astral: el mandala de nuestra conciencia

"Al hacer un mandala por ti mismo, dibujas un círculo y después piensas en los diferentes sistemas de impulsos y de valores que hay en tu vida. Posteriormente los compones y tratas de descubrir dónde está tu centro. Hacer un mandala es realizar una disciplina tratando de reunir todos los aspectos dispersos de tu vida, para hallar un centro y ordenarte con relación a él. Tratas de coordinar tu círculo con el círculo universal." 
Josheph Campbell

Los mandalas son representaciones simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados sobre todo en el budismo y el hinduismo, aunque la mayoría de las culturas expresan mandalas en su arte sacro, por ejemplo en el cristianismo se puede ver en los rosetones de las catedrales, los laberintos, etc… En el arte islámico, en sus elaboradas figuras geométricas. También aparecen mandalas en otras culturas como la celta, los mayas, los aztecas, andinos, etc…

Jung viajó por todo el mundo para comprobar la existencia de los arquetipos o patrones cognitivos comunes, presentes en todas las culturas. En su libro sobre PSICOLOGÍA Y ALQUIMIA nos habla sobre los mandalas:

En 1938 tuve ocasión de hablar en el monasterio de Bhutia Busto con un rimpotche lamaísta llamado Lingdam Gomchen, sobre el mandala (khilkor). Me lo explicó como un dmings-pa (pronúnciese migpa), esto es, como una imagen mental (imago mentales) que sólo puede ser construida por la imaginación de un lama ilustrado. Ningún mandala es igual a otro; todos son individualmente diferentes. Me dijo asimismo que los mandalas que se ven en monasterios y templos no tenían ninguna significación especial, puesto que se trataba de meras representaciones exteriores. El verdadero mandala es siempre una imagen interior que se construye paulatinamente mediante la imaginación (activa) y cuando sobreviene una perturbación del equilibrio psíquico o cuando no se puede encontrar un pensamiento y se lo busca porque no está contenido en la doctrina sagrada…()

Existen textos, como el Shri-Chakra-Sambhara.Tantra, que contienen indicaciones acerca de la elaboración de la “imagen mental”. Del khilkor se distingue rigurosamente el lamado sidpekorlo, la rueda del mundo, que según la concepción budista representa el sucederse de las formas de existencia humana. Contrariamente al khilkor, la rueda del mundo consiste en un sistema ternario, pues en su centro se encuentran los tres principios del mundo, esto es, el gallo = voluptuosidad, la serpiente = odio o envidia, y el cerdo = ignorancia o inconsciencia (avidya). Aquí nos encontramos frente al dilema de tres y Cuatro, que también desempeña un papel en el budismo. Volveremos a encontrar este problema en el curso de la serie de sueños.

Para mi no existe ninguna duda de que en el Oriente estos símbolos tuvieron su origen en sueños y visiones y que no fueron inventados por algún padre de la iglesia Mahayana. Por el contrario, pertenecen a los más antiguos símbolos religiosos de la humanidad., y tal vez ya se encuentren en el período paleolítico. (Téngase en cuenta los dibujos hechos sobre roca de Rodas). Además tienen una extensión universal sobre la cual no quiero ocuparme aquí. En este capítulo me limitaré sencillamente a mostrar, fundándome en material empírico, cómo nacen los mandalas.
Se puede decir que nuestra carta astral es la impronta astral que se genera en el momento de nuestro nacimiento. Es un mandala de nuestra conciencia, que nos aporta información sobre la organización de nuestra energía, y como la podemos aprovechar en nuestro beneficio. Nos muestra nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Es la manera en la que los cuatro elementos de la naturaleza en forma de temperamentos (fuego, tierra, aire y fuego), se manifiestan en nuestra conciencia, y también nos muestra nuestras motivaciones básicas (cardinal, fija o mutable).  Es curioso que Jung nos hable del dilema del tres y del cuatro, pues en la carta astral hablamos de las motivaciones (3) y los temperamentos (4), que son los que conforman nuestra personalidad.

El cuadrado en los mandalas ordena los cuatro elementos. El cuatro representa lo estático. Los elementos, las estaciones, las etapas de la vida humana y los puntos cardinales, que son nociones que otorgan orden y fijeza al mundo. En cuanto al tres, podemos hacer mención a Platón, que consideraba este número como la imagen del Ser Supremo en sus tres personalidades: Material, Espiritual e Intelectual.

Los 5 Niveles
En Psicología Astrológica hablamos de 5 niveles. A través del primer nivel (centro del mándala), nos conectamos con nuestro Yo superior. En este nivel nada nos afecta, es el único nivel en el cual no estamos perturbados por las motivaciones, los temperamentos, los planetas, nuestra huella genética o nuestro entorno, pues es el único que no está bajo todos esos influjos. Cuando logramos conectarnos a ese nivel ya no podemos estar gobernados por el ego, es nuestro ser superior el que lleva las riendas de nuestra vida.

A este respecto, Jung nos habla del centro de los mandalas:


En el empleo que se hace de ellos en el culto, los mandalas tienen gran importancia porque su centro, por regla general, contiene una figura de supremo valor religioso: o bien el propio Shiva, unido en un abrazo con Shakti, o Buda, Amitabba, Avalokiteshvara, o bien uno de los grandes maestros del Mahayana, o sencillamente el Dorje, esto es, el símbolo de la reunión de todas las fuerzas divinas de naturaleza creadora o destructora. El texto de Géminis der goldenen Blute, que proviene del sincretismo taoísta, recuerda particulares cualidades alquímicas de este centro, como cualidades del lapis y del elixir vitae…

Imagen obtenida del libro: “Transformaciones” de Bruno y Luise Huber. Ed. API

Estos niveles de la personalidad se asemejan a una cebolla, existen muchas capas de condicionamientos, y a medida que vamos trascendiendo cada nivel, vamos despojándonos de capas y haciéndonos más livianos, entonces empezamos a ser conscientes de nuestra trascendencia y de nuestro Ser Superior. Cuando esto ocurre es nuestro Ser Superior el que toma las riendas de nuestra vida.

Ya lo dijo Osho: “El hombre es exactamente igual a una cebolla. El arte consiste en descubrir cómo pelar la cebolla y llegar a su centro.”

A continuación expongo un artículo sobre Los mandalas y Jung

Fuente: http://linepsychological.tumblr.com/post/36049730342/los-mandalas-y-jung
El universo se mueve en círculos. El círculo mandálico expresa tal movimiento a partir de un núcleo central en torno al cual giran todos los opuestos: vida y consciencia, el bien y el mal, lo masculino y lo femenino el yin y el yang. El círculo mágico, el Mandala es el origen de todas las cosas a partir de lo uno indiviso e indiferenciado, gracias al movimiento circular perpetuo, lo uno comienza a escindirse en los sucesivos pares de opuestos que parten de ese núcleo central originario, fuente de todo lo que existe. Este centro representa al agente creador por excelencia.

Carl Gustav Jung (1875-1961) postuló que los Mandalas eran representaciones de la mente, puesto que se trataban de arquetipos en los que confluían los aspectos conscientes e inconscientes de los seres humanos. Por lo tanto empleo la pintura de Mandalas como recurso terapéutico para identificar desórdenes emocionales en sus pacientes y trabajar en procura de la integridad de la psiquis humana. Jung consideraba que el comportamiento del individuo se formaba a partir de dos estructuras básicas de consciencia: la individual y la colectiva. La primera era el resultado de la experiencia vital de la persona en tanto que la segunda se heredaba del medio circundante próximo. Desde esta perspectiva el centro del Mandala se asociaba con la manifestación de la individualidad-concebido como objetivo destinado a perfeccionar- y los contornos representaban el marco social en el que ese rasgo único se desarrollaba.

El Mandala como símbolo
El símbolo es una unidad sintética de significado entre dos polos opuestos: lo manifiesto y lo oculto. Tras su sentido objetivo y visible se oculta otro sentido invisible y más profundo. Unen a través de sus imágenes la vida consciente e inconsciente del individuo, a modo de integración.

Lo simbólico se puede expresar tanto en el arte gráfico como en las formas dinámicas de las fantasías, las visiones y los sueños.

Los estudios de Jung sobre el simbolismo del Mandala lo condujeron a definirlo como “la expresión psicológica de la totalidad del ser”.

Según Jung en el interior de la psiquis del individuo existía un núcleo relativamente protegido de la influencia de los miedos las obsesiones u otros elementos que generaban caos y malestar. De acuerdo con esta teoría el Mandala constituía una imagen circular que detentaba un centro difusor de orden que compensaba la confusión presente en el estado psíquico. A través de ese núcleo se establecía la construcción de un punto central con el que todo lo demás se relacionaba.

Para Jung la producción de símbolos mandálicos era un medio eficaz para alcanzar la unidad simbólica y le permitía al sujeto llevar a cabo la conciliación entre la esfera consciente y el domino inconsciente, teniendo en cuenta que la simbolización es el mecanismo fundamental por el cual se manifiesta el inconsciente, la producción de dibujos mandálicos era más eficaz que el proceso mismo del análisis.

El inconsciente colectivo
El concepto de inconsciente colectivo fue postulado por Jung para explicar la existencia de un lenguaje compartido por los seres humanos de todo tiempo y lugar. Esta herencia de la humanidad, según su teoría, estaba formada por símbolos primitivos (imágenes primordiales) que permitían la expresión del contenido de la psiquis que trascendía el marco de la razón, por lo tanto la humanidad poseía un sustrato común de contenido inconsciente.

Las imágenes primordiales son los arquetipos. Jung definió a los arquetipos como formas o imágenes de naturaleza colectiva, que dan casi universalmente como constituyentes de los mitos y, al mismo tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente.

Los arquetipos son los patrones fundamentales de la formación de símbolos que se repiten en los contenidos de las mitologías de todos los pueblos de la historia de la humanidad.

De los arquetipos dependen las últimas y más profundas motivaciones de la mente y la conducta humana individual y colectiva.

Las pautas culturales en última instancia dependen de los arquetipos.

Jung creía ver en el círculo del Mandala a la expresión de los antagonismos y polaridades psíquicas, siendo el inconsciente el centro rector que gobierna a los opuestos. El nombre psicológico de esta dialéctica es llamada “ ambivalencia”.

La presencia de lo masculino y de lo femenino
El yin y el yang, lo consciente y lo inconsciente son a la vez recíprocos y excluyentes, se hacen uno y luego vuelven a separarse. La represión de este núcleo hace que su fuerza resulte más persistente e ingobernable.

Los fenómenos de escisión y división recogidos por la psiquiatría occidental bajo la forma de esquizofrenia o psicosis, remiten al proceso de disgregación de la unidad originaria como resultado, dice Jung, de la colisión entre lo consciente y lo inconsciente. En las tradiciones espirituales orientales la escisión no posee un valor psicológico sino que es la expresión de un nivel de consciencia inferior.

Jung consideraba la escisión como una tendencia inherente a la psique humana, sea esta oriental u occidental.

Por ello Jung prescribió desligar la conciencia de todo aquello que la someta a la dualidad aparente, a fin de que la misma pueda percibir lo esencial.

La conciencia debe desligarse de toda voluntad de dominio y de cualquier intromisión del ego, de esta manera la conciencia ya no le impone su ley a la vida sino que se suma a ella se uno con la totalidad. Una y otra son contiguas, y por lo tanto sincrónicas. No hay anhelos, deseos o propósitos con arreglo a los cuales el curso de la existencia es obligado a desviarse o ramificarse. El hombre regresa, así, a la fuente de la cual proviene.

La armonía de la parte inconsciente con la consciente del sujeto se encuentra en el sí-mismo o self. Según Jung “el self es el orden dentro de la psique”. Este concepto es lo opuesto al yo. El self es un arquetipo equilibrador de las partes conscientes e inconscientes del sujeto. Así, la salud del sujeto equivale al proceso adecuado del self, que atiende a los elementos de la consciencia y a integrar los aspectos inconscientes. Entendido de esta manera un malestar emocional es provocado si las expresiones del inconsciente no son adecuadamente atendidas y simbolizadas.

La unificación de las esferas conscientes e inconscientes garantiza el desarrollo del proceso de individuación, este último concepto implica el equilibrio y armonización de la psique, la búsqueda de la realización del propio ser.

La posibilidad de integrar la totalidad de lo profundo del inconsciente colectivo hacia la opción de creatividad y el desarrollo personal alcanzando así la autorrealización.

Para los junguianos, la única posibilidad que tiene el hombre de salir de la angustia y vacío del mundo moderno, es abrirse a los mensajes de crecimiento personal que proporciona el inconsciente universal y objetivo, a los mensajes del inconsciente colectivo.

Jung postulaba que el único camino era apartarse de la ilusión (Maya) del mundo moderno experimentar las fuerzas “numinosas” (espirituales) las verdades universales y eternas que residen en su inconsciente colectivo.

Jung equiparó el Mandala con el ojo humano en términos morfológicos y en sentido espiritual.

Consideró que se trataba de un prototipo de Mandala porque este órgano humano representaba la vista y la luz, así como la consciencia.

Se trataba según su postura, de una parte del ser humano que contemplaba al universo y determinaba la posición del observador en éste; absorbía energía cósmica y la exhibía ante el espíritu interior. Representaba la Unión entre el individuo y el cosmos.

Por otra parte observó que la disposición concéntrica de los elementos del Mandala y en simetría radial constituían las propiedades inherentes del iris ocular.

Para Jung, la presencia simultánea de varios diseños oculares, denotaba la interpretación del inconsciente como una consciencia múltiple.

martes, 7 de enero de 2014

Arcano número 5


Esta carta nos muestra una autoridad espiritual, es un Papa que está hablando con dos monjes. Transmite una enseñanza, es la sabiduría espiritual interpretada por el hombre. Es una carta que nos muestra una comunicación. Siempre que aparece esta carta hay una comunicación. En su mano el Papa sostiene un báculo, que es como una antena que permite trasmitir y recibir información, y representa el dogma y la tradición. 

Detrás del Papa se puede apreciar las dos columnas del templo, en esta carta las dos columnas del templo están al descubierto, al contrario que en la carta de la Papisa que estan cubiertas por un velo. El Papa y la Papisa son pareja. La Papisa representa el conocimiento esotérico, es un conocimiento que hay que descubrir en el interior, por eso las columnas están cubiertas por un velo. Mientras que las enseñanzas del Papa son hacia fuera, es la transmisión de una tradición, una enseñanza establecida.

La Papisa y el Papa  son guardianes del conocimiento. Pero mientras que el conocimiento de la Papisa es un conocimiento hacia dentro (esotérico), el conocimiento del Papa es hacia fuera (exotérico). Cada uno mira hacia un lado, mientras que la Papisa mira hacia la izquierda, el lado de la intuición, el Papa mira hacia la derecha, el lado de la razón. Es necesario unir los dos polos del conocimiento, por eso la Papisa y el Papa son una de las parejas del Tarot.

El Papa es el Pontífice, que significa “el hacedor de puentes”. El Papa es un puente entre lo espiritual y lo humano. Si ese puente está bien dirigido nos llevara hacia un conocimiento que nos liberará, si está mal dirigido nos llevara hacia un conocimiento que nos esclavizará como humanidad. Integrar las dos polaridades que hay en nuestro interior, nuestra luz y nuestra sombra nos ayudará a cruzar ese puente hacia la divinidad. Jung nos habla de la integración de los opuestos simbolizado esencialmente en la imagen del casamiento alquímico, y en los atributos alquímicos del sol y la luna. «Todo lo humano es relativo porque todo descansa en la interior contradicción o polaridad.» También dijo Jung: "El encuentro con uno mismo, al principio, es el encuentro con la propia sombra. La sombra es un pasaje, una puerta estrecha y no hay forma de bajar al pozo profundo sin sufrir el dolor del angostamiento que implica cruzarla. Pero hay que aprender a conocerse a uno mismo para saber quién se es. Porque, por sorpresa, lo que se encuentra detrás de la puerta es una vasta extensión de incertidumbres sin precedentes, sin derecho ni revés, sin parte superior ni inferior, sin ubicación ni pertenencia, ni bien ni mal. Es el mundo del agua…, donde soy indivisiblemente esto y aquello al mismo tiempo, donde experimento al otro dentro de mí mismo y el otro fuera de mí me experimenta a mí."

Los dos personajes que miran hacia el Papa son las dos polaridades, la dualidad que debemos de trascender. La manera de trascender esta dualidad es a través del 5º elemento. El 5º elemento es el que nos integra, el que nos da la vida, es el éter, la emanación del Espíritu. El elemento aire, es la mente, la tierra, es lo físico, el agua, las emociones, el fuego es la acción. Y el éter es lo que les aporta la vida. 

El 5 es el número de la perfección humana. Cinco son los sentidos humanos (vista, oído, olfato, gusto, tacto).

El símbolo del 5 es el pentagrama, la estrella de cinco puntas. En el pentagrama, la punta superior representa el Espíritu, las otras 4 puntas representan los 4 elementos: Aire, Tierra, Agua y Fuego. El pentagrama también representa al ser humano, la punta superior es la cabeza, las superiores los brazos, y las inferiores las piernas. 

El Pentáculo, se encuentra dentro de un círculo que une todos los aspectos del hombre, cuerpo, mente, emoción y acción.

El Pentagrama es un símbolo protector cuando la punta del Espíritu está hacia arriba, ya que representa energías positivas, pero cuando esta invertido, es decir con la punta del Espíritu hacia abajo, representa lo negativo.