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jueves, 9 de enero de 2014

La Carta Astral: el mandala de nuestra conciencia

"Al hacer un mandala por ti mismo, dibujas un círculo y después piensas en los diferentes sistemas de impulsos y de valores que hay en tu vida. Posteriormente los compones y tratas de descubrir dónde está tu centro. Hacer un mandala es realizar una disciplina tratando de reunir todos los aspectos dispersos de tu vida, para hallar un centro y ordenarte con relación a él. Tratas de coordinar tu círculo con el círculo universal." 
Josheph Campbell

Los mandalas son representaciones simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados sobre todo en el budismo y el hinduismo, aunque la mayoría de las culturas expresan mandalas en su arte sacro, por ejemplo en el cristianismo se puede ver en los rosetones de las catedrales, los laberintos, etc… En el arte islámico, en sus elaboradas figuras geométricas. También aparecen mandalas en otras culturas como la celta, los mayas, los aztecas, andinos, etc…

Jung viajó por todo el mundo para comprobar la existencia de los arquetipos o patrones cognitivos comunes, presentes en todas las culturas. En su libro sobre PSICOLOGÍA Y ALQUIMIA nos habla sobre los mandalas:

En 1938 tuve ocasión de hablar en el monasterio de Bhutia Busto con un rimpotche lamaísta llamado Lingdam Gomchen, sobre el mandala (khilkor). Me lo explicó como un dmings-pa (pronúnciese migpa), esto es, como una imagen mental (imago mentales) que sólo puede ser construida por la imaginación de un lama ilustrado. Ningún mandala es igual a otro; todos son individualmente diferentes. Me dijo asimismo que los mandalas que se ven en monasterios y templos no tenían ninguna significación especial, puesto que se trataba de meras representaciones exteriores. El verdadero mandala es siempre una imagen interior que se construye paulatinamente mediante la imaginación (activa) y cuando sobreviene una perturbación del equilibrio psíquico o cuando no se puede encontrar un pensamiento y se lo busca porque no está contenido en la doctrina sagrada…()

Existen textos, como el Shri-Chakra-Sambhara.Tantra, que contienen indicaciones acerca de la elaboración de la “imagen mental”. Del khilkor se distingue rigurosamente el lamado sidpekorlo, la rueda del mundo, que según la concepción budista representa el sucederse de las formas de existencia humana. Contrariamente al khilkor, la rueda del mundo consiste en un sistema ternario, pues en su centro se encuentran los tres principios del mundo, esto es, el gallo = voluptuosidad, la serpiente = odio o envidia, y el cerdo = ignorancia o inconsciencia (avidya). Aquí nos encontramos frente al dilema de tres y Cuatro, que también desempeña un papel en el budismo. Volveremos a encontrar este problema en el curso de la serie de sueños.

Para mi no existe ninguna duda de que en el Oriente estos símbolos tuvieron su origen en sueños y visiones y que no fueron inventados por algún padre de la iglesia Mahayana. Por el contrario, pertenecen a los más antiguos símbolos religiosos de la humanidad., y tal vez ya se encuentren en el período paleolítico. (Téngase en cuenta los dibujos hechos sobre roca de Rodas). Además tienen una extensión universal sobre la cual no quiero ocuparme aquí. En este capítulo me limitaré sencillamente a mostrar, fundándome en material empírico, cómo nacen los mandalas.
Se puede decir que nuestra carta astral es la impronta astral que se genera en el momento de nuestro nacimiento. Es un mandala de nuestra conciencia, que nos aporta información sobre la organización de nuestra energía, y como la podemos aprovechar en nuestro beneficio. Nos muestra nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Es la manera en la que los cuatro elementos de la naturaleza en forma de temperamentos (fuego, tierra, aire y fuego), se manifiestan en nuestra conciencia, y también nos muestra nuestras motivaciones básicas (cardinal, fija o mutable).  Es curioso que Jung nos hable del dilema del tres y del cuatro, pues en la carta astral hablamos de las motivaciones (3) y los temperamentos (4), que son los que conforman nuestra personalidad.

El cuadrado en los mandalas ordena los cuatro elementos. El cuatro representa lo estático. Los elementos, las estaciones, las etapas de la vida humana y los puntos cardinales, que son nociones que otorgan orden y fijeza al mundo. En cuanto al tres, podemos hacer mención a Platón, que consideraba este número como la imagen del Ser Supremo en sus tres personalidades: Material, Espiritual e Intelectual.

Los 5 Niveles
En Psicología Astrológica hablamos de 5 niveles. A través del primer nivel (centro del mándala), nos conectamos con nuestro Yo superior. En este nivel nada nos afecta, es el único nivel en el cual no estamos perturbados por las motivaciones, los temperamentos, los planetas, nuestra huella genética o nuestro entorno, pues es el único que no está bajo todos esos influjos. Cuando logramos conectarnos a ese nivel ya no podemos estar gobernados por el ego, es nuestro ser superior el que lleva las riendas de nuestra vida.

A este respecto, Jung nos habla del centro de los mandalas:


En el empleo que se hace de ellos en el culto, los mandalas tienen gran importancia porque su centro, por regla general, contiene una figura de supremo valor religioso: o bien el propio Shiva, unido en un abrazo con Shakti, o Buda, Amitabba, Avalokiteshvara, o bien uno de los grandes maestros del Mahayana, o sencillamente el Dorje, esto es, el símbolo de la reunión de todas las fuerzas divinas de naturaleza creadora o destructora. El texto de Géminis der goldenen Blute, que proviene del sincretismo taoísta, recuerda particulares cualidades alquímicas de este centro, como cualidades del lapis y del elixir vitae…

Imagen obtenida del libro: “Transformaciones” de Bruno y Luise Huber. Ed. API

Estos niveles de la personalidad se asemejan a una cebolla, existen muchas capas de condicionamientos, y a medida que vamos trascendiendo cada nivel, vamos despojándonos de capas y haciéndonos más livianos, entonces empezamos a ser conscientes de nuestra trascendencia y de nuestro Ser Superior. Cuando esto ocurre es nuestro Ser Superior el que toma las riendas de nuestra vida.

Ya lo dijo Osho: “El hombre es exactamente igual a una cebolla. El arte consiste en descubrir cómo pelar la cebolla y llegar a su centro.”

A continuación expongo un artículo sobre Los mandalas y Jung

Fuente: http://linepsychological.tumblr.com/post/36049730342/los-mandalas-y-jung
El universo se mueve en círculos. El círculo mandálico expresa tal movimiento a partir de un núcleo central en torno al cual giran todos los opuestos: vida y consciencia, el bien y el mal, lo masculino y lo femenino el yin y el yang. El círculo mágico, el Mandala es el origen de todas las cosas a partir de lo uno indiviso e indiferenciado, gracias al movimiento circular perpetuo, lo uno comienza a escindirse en los sucesivos pares de opuestos que parten de ese núcleo central originario, fuente de todo lo que existe. Este centro representa al agente creador por excelencia.

Carl Gustav Jung (1875-1961) postuló que los Mandalas eran representaciones de la mente, puesto que se trataban de arquetipos en los que confluían los aspectos conscientes e inconscientes de los seres humanos. Por lo tanto empleo la pintura de Mandalas como recurso terapéutico para identificar desórdenes emocionales en sus pacientes y trabajar en procura de la integridad de la psiquis humana. Jung consideraba que el comportamiento del individuo se formaba a partir de dos estructuras básicas de consciencia: la individual y la colectiva. La primera era el resultado de la experiencia vital de la persona en tanto que la segunda se heredaba del medio circundante próximo. Desde esta perspectiva el centro del Mandala se asociaba con la manifestación de la individualidad-concebido como objetivo destinado a perfeccionar- y los contornos representaban el marco social en el que ese rasgo único se desarrollaba.

El Mandala como símbolo
El símbolo es una unidad sintética de significado entre dos polos opuestos: lo manifiesto y lo oculto. Tras su sentido objetivo y visible se oculta otro sentido invisible y más profundo. Unen a través de sus imágenes la vida consciente e inconsciente del individuo, a modo de integración.

Lo simbólico se puede expresar tanto en el arte gráfico como en las formas dinámicas de las fantasías, las visiones y los sueños.

Los estudios de Jung sobre el simbolismo del Mandala lo condujeron a definirlo como “la expresión psicológica de la totalidad del ser”.

Según Jung en el interior de la psiquis del individuo existía un núcleo relativamente protegido de la influencia de los miedos las obsesiones u otros elementos que generaban caos y malestar. De acuerdo con esta teoría el Mandala constituía una imagen circular que detentaba un centro difusor de orden que compensaba la confusión presente en el estado psíquico. A través de ese núcleo se establecía la construcción de un punto central con el que todo lo demás se relacionaba.

Para Jung la producción de símbolos mandálicos era un medio eficaz para alcanzar la unidad simbólica y le permitía al sujeto llevar a cabo la conciliación entre la esfera consciente y el domino inconsciente, teniendo en cuenta que la simbolización es el mecanismo fundamental por el cual se manifiesta el inconsciente, la producción de dibujos mandálicos era más eficaz que el proceso mismo del análisis.

El inconsciente colectivo
El concepto de inconsciente colectivo fue postulado por Jung para explicar la existencia de un lenguaje compartido por los seres humanos de todo tiempo y lugar. Esta herencia de la humanidad, según su teoría, estaba formada por símbolos primitivos (imágenes primordiales) que permitían la expresión del contenido de la psiquis que trascendía el marco de la razón, por lo tanto la humanidad poseía un sustrato común de contenido inconsciente.

Las imágenes primordiales son los arquetipos. Jung definió a los arquetipos como formas o imágenes de naturaleza colectiva, que dan casi universalmente como constituyentes de los mitos y, al mismo tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente.

Los arquetipos son los patrones fundamentales de la formación de símbolos que se repiten en los contenidos de las mitologías de todos los pueblos de la historia de la humanidad.

De los arquetipos dependen las últimas y más profundas motivaciones de la mente y la conducta humana individual y colectiva.

Las pautas culturales en última instancia dependen de los arquetipos.

Jung creía ver en el círculo del Mandala a la expresión de los antagonismos y polaridades psíquicas, siendo el inconsciente el centro rector que gobierna a los opuestos. El nombre psicológico de esta dialéctica es llamada “ ambivalencia”.

La presencia de lo masculino y de lo femenino
El yin y el yang, lo consciente y lo inconsciente son a la vez recíprocos y excluyentes, se hacen uno y luego vuelven a separarse. La represión de este núcleo hace que su fuerza resulte más persistente e ingobernable.

Los fenómenos de escisión y división recogidos por la psiquiatría occidental bajo la forma de esquizofrenia o psicosis, remiten al proceso de disgregación de la unidad originaria como resultado, dice Jung, de la colisión entre lo consciente y lo inconsciente. En las tradiciones espirituales orientales la escisión no posee un valor psicológico sino que es la expresión de un nivel de consciencia inferior.

Jung consideraba la escisión como una tendencia inherente a la psique humana, sea esta oriental u occidental.

Por ello Jung prescribió desligar la conciencia de todo aquello que la someta a la dualidad aparente, a fin de que la misma pueda percibir lo esencial.

La conciencia debe desligarse de toda voluntad de dominio y de cualquier intromisión del ego, de esta manera la conciencia ya no le impone su ley a la vida sino que se suma a ella se uno con la totalidad. Una y otra son contiguas, y por lo tanto sincrónicas. No hay anhelos, deseos o propósitos con arreglo a los cuales el curso de la existencia es obligado a desviarse o ramificarse. El hombre regresa, así, a la fuente de la cual proviene.

La armonía de la parte inconsciente con la consciente del sujeto se encuentra en el sí-mismo o self. Según Jung “el self es el orden dentro de la psique”. Este concepto es lo opuesto al yo. El self es un arquetipo equilibrador de las partes conscientes e inconscientes del sujeto. Así, la salud del sujeto equivale al proceso adecuado del self, que atiende a los elementos de la consciencia y a integrar los aspectos inconscientes. Entendido de esta manera un malestar emocional es provocado si las expresiones del inconsciente no son adecuadamente atendidas y simbolizadas.

La unificación de las esferas conscientes e inconscientes garantiza el desarrollo del proceso de individuación, este último concepto implica el equilibrio y armonización de la psique, la búsqueda de la realización del propio ser.

La posibilidad de integrar la totalidad de lo profundo del inconsciente colectivo hacia la opción de creatividad y el desarrollo personal alcanzando así la autorrealización.

Para los junguianos, la única posibilidad que tiene el hombre de salir de la angustia y vacío del mundo moderno, es abrirse a los mensajes de crecimiento personal que proporciona el inconsciente universal y objetivo, a los mensajes del inconsciente colectivo.

Jung postulaba que el único camino era apartarse de la ilusión (Maya) del mundo moderno experimentar las fuerzas “numinosas” (espirituales) las verdades universales y eternas que residen en su inconsciente colectivo.

Jung equiparó el Mandala con el ojo humano en términos morfológicos y en sentido espiritual.

Consideró que se trataba de un prototipo de Mandala porque este órgano humano representaba la vista y la luz, así como la consciencia.

Se trataba según su postura, de una parte del ser humano que contemplaba al universo y determinaba la posición del observador en éste; absorbía energía cósmica y la exhibía ante el espíritu interior. Representaba la Unión entre el individuo y el cosmos.

Por otra parte observó que la disposición concéntrica de los elementos del Mandala y en simetría radial constituían las propiedades inherentes del iris ocular.

Para Jung, la presencia simultánea de varios diseños oculares, denotaba la interpretación del inconsciente como una consciencia múltiple.

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