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sábado, 12 de abril de 2014

El dragón y su relación con los eclipses

Los Nodos lunares: cabeza de dragón y cola de dragón

Los planetas y la Luna se mueven en planos muy cercanos a la eclíptica. La órbita del Sol (eclíptica) y la órbita de la Luna se cruzan en dos puntos. Estos puntos de intersección, que se encuentran en posiciones opuestas en el zodíaco, se llaman nodos lunares.



Durante su órbita de 28 días alrededor de la Tierra, la Luna cruza la órbita del Sol una vez en dirección de sur a norte. Este punto de intersección se llama Nodo Lunar Ascendente o Nodo Norte. Aproximadamente 14 días después se produce el cruce en dirección de norte a sur. Este punto se llama Nodo Lunar Descendente o Nodo Sur.

La Cabeza de Dragón y Cola de Dragón, correspondientes a los nodos lunares ascendente y descendente respectivamente, provienen del pensamiento mitológico de la Antigüedad. El hombre antiguo experimentaba con gran intensidad las profundas perturbaciones del orden cósmico que suponían los eclipses de Sol o de Luna. Cuando se producía un eclipse (como imagen mitológica) se decía que un dragón se tragaba el Sol o la Luna y luego los expulsaba de nuevo por la cola. Las personas que presenciaban un eclipse de Sol o de Luna tenían una gran experiencia espiritual. Aquí se encuentran también los orígenes de la astrología.

La línea que une los dos nodos lunares se denomina línea nodal. Los nodos lunares ya eran conocidos antiguamente como importantes elementos de interpretación puesto que están relacionados con los eclipses: cuando, en luna llena o en luna nueva, la Luna y el Sol están cerca de la línea nodal (como máximo a 9º ó 12º) se produce un eclipse.

Tabla de cálculo de los eclipses solares y lunares. Los antiguos mitos atribuían a estos fenómenos a un dragón que se traga los cuerpos celestes para escupirlos más tarde. Athanasius Kircher Ars magna lucis Amsterdam 1671

Stonehenge no fue sólo un calendario solar y lunar sino que también fue un lugar de culto religioso. En la parte más antigua de Stonehenge I, 2000 a.C., estaba formada por anillos externos con dos colinas, la “avenida” con varios megalitos y los “agujeros de Aubrey”. Esta disposición permitía la determinación de los equinoccios de primavera y otoño (día y noche de igual duración) y de los solsticios de verano e invierno (día más largo y día más corto). Además Stonehenge constituía un calendario de estaciones y adicionalmente permitía determinar todos los eclipses de Sol y de Luna con total exactitud de día y hora. 

El eje nodal como línea de desarrollo

Los dos nodos lunares: ascendente y el descendente, en oposición forman un eje nodal, que es muy importante a la hora de interpretar una carta astral, ya que los nodos nos muestran un camino: el Nodo Norte nos indica el futuro, y la dirección hacia la que la persona debe de ir para avanzar en su desarrollo. Sin embargo el Nodo Sur (que representa la cola del dragón), muestra el camino del pasado, un punto al que se puede volver, pero no para quedarse si se quiere seguir avanzando. Por lo tanto, la línea nodal indica tanto lo que es bueno como lo que es malo para la persona; por un lado muestra lo que nos conduce hacia el desarrollo, y por señala lo que lo impide. No se trata de una valoración de bueno o malo en sentido ético o social, sino de una valoración que sólo tiene validez para cada uno, mostrando de una manera objetiva qué es lo adecuado y qué no es lo adecuado para cada persona en su progreso y perfeccionamiento espiritual. La línea nodal es como una voz que en todo momento recuerda si estamos en el lado correcto o en el lado erróneo. Por eso la línea nodal tiene tanta importancia.

Cuanto más se reprima el yo lunar, más se pondrá de manifiesto nuestra inmadurez en el plano de las vivencias psíquicas. Así pues, una represión del principio lunar debido al despertar del yo solar (entre los 20 y los 36 años), nos puede indicar que el yo emocional (la Luna), permanece en estado infantil o que presenta rasgos infantiles. 

Una paráfrasis de “La Melancolía” de Durero. Es posible que la cabeza de ave este inspirada en la representación del dragón lunar. W. Blake, Jerusalén 1804-1820

Blake se sentía atraído por la luna, ya que su horóscopo tenía ascendente de Cáncer, signo regido por la luna. Por ese motivo, el número 28 (Blake también nació un 28 de noviembre), correspondiente al ciclo lunar, tiene una importancia primordial en su mito de «Jerusalén»: esta cifra simboliza la superación de las ideas recibidas a través del acto de creación libre, cuando las musas de la inspiración se bañan en los rayos de la imaginación.

El dragón y nuestra sombra

En Psicología Astrológica se interpreta el horóscopo del Nodo Lunar como la suma de las experiencias de las distintas vidas de nuestro proceso de evolución, como potencial y como tesoro de vivencias. Trabajar con el horóscopo del Nodo Lunar ayuda a integrar nuestra “sombra”. Esto es muy beneficioso, dado que la sombra contiene potencialidades desconocidas por nosotros, que podemos emplear como capacidades. 

Por muy difícil que nos parezca, debemos aprender a amar a nuestra sombra, y esto es una cuestión de conciencia (ver: Como identificar nuestra sombra para poder integrarla)

"La sombra representa cualidades y atributos desconocidos o poco conocidos del ego tanto individuales como colectivos. Cuando queremos ver nuestra propia sombra nos damos cuenta (muchas veces con vergüenza) de cualidades e impulsos que negamos en nosotros mismos, pero que puedo ver claramente en otras personas." C.G.Jung.

Según Assaglioli, creador de la Psicosístesis, siempre que nos posicionamos en un extremo estamos negando el otro. El opuesto que negamos no se puede expresar, y de alguna manera va a buscar nuestro reconocimiento convirtiéndose en nuestra sombra.

Según la psicología profunda, todo lo que no soportamos de los demás forma parte de nosotros, sólo que es la parte reprimida. Proyectamos continuamente en los demás todo lo que no vivimos, hasta que finalmente llegamos a enfrentarnos con ello. Este enfrentamiento consciente sirve para llevar a cabo la integración de la sombra. Al darnos cuenta que nuestras circunstancias externas están siendo creadas por nuestro interior, vamos avanzando hacia el desarrollo de nuestro potencial creativo, lo que nos permitirá ser cada vez más dueños de nuestro destino.

Importancia de los eclipses a nivel psíquico

El Sol y la Luna son las dos luminarias más importantes de nuestro cielo, a nivel psíquico simbolizan respectivamente la luz de nuestra consciencia y la sombra de nuestra psique. 

Un eclipse de luna como el que tendremos el próximo martes, facilitará que se active la memoria inconsciente negativa y positiva alojada en nuestra psiquis. Esto ocurrirá no solo a nivel individual, sino también a nivel de colectivo humano. Este acontecimiento nos traerá una gran oportunidad para profundizar en nuestra sombra y poder transmutarla. Sin embargo, si perturbados por lo que nuestra sombra nos desvela, no somos capaces de iluminarla con la luz de nuestra conciencia, habremos perdido la oportunidad de cambiar nuestro universo. Por muy doloroso que sea, lo único que podemos hacer para transformar el mundo, es reconocer que el origen de nuestra experiencia, sólo se puede encontrar en nuestro interior. 

La palabra eclipse significa ocultar, que es lo contrario de revelar. La palabra “Apocalipsis” procede de la palabra griega “apocalupsis” cuyo significado “revelación" o "revelar lo ocultado". Se puede decir que los tiempos que vivimos son apocalípticos, esto significa que la luz está iluminando nuestra oscuridad. El “velo de Isis” se levanta, y ahora es el momento de reconocer nuestra responsabilidad en la co-creación del mundo. Nuestra experiencia colectiva solo podrá ser transformada cuando nos demos cuenta que todas las experiencias externas, son manifestaciones de procesos que están aconteciendo en lo más profundo de nuestro interior. La psique interior y el mundo exterior son interdependientes el uno del otro, lo que nuestro mundo exterior refleja es solo un espejo de nuestro mundo interior, y si queremos crear un universo más armónico lo único que tenemos que hacer es reconocer lo que el universo nos desvela. 

Jung dijo: “Ya es hora que la humanidad tome conocimiento de la naturaleza de la psique, ya que es cada vez más evidente que el mayor peligro que amenaza al hombre proviene de su propia psique y por lo tanto de esa parte del mundo empírico que menos conocemos.”

Cuando estamos disociados de nuestra psique, la psique se disocia de sí misma y una parte de nosotros se proyecta fuera, de esta manera soñamos inconscientemente, creando nuestro propio universo perceptivo y evidenciando con más fuerza esta disociación psíquica. Pero el mundo exterior y la psiquis interior no pueden estar separados, ya que conforman una unidad que no puede ser dividida. 

Carl Jung decía: '"Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta" 

Cuando no queremos reconocer nuestra responsabilidad en la co-creación del mundo, jugamos a ser víctimas de nuestras circunstancias externas, de esta manera proyectamos hacia fuera nuestra propia oscuridad, y sin darnos cuenta perpetramos el abuso que queremos evitar. La victima cede el poder a una autoridad externa, desconectándose de su propia psique, que es la verdadera fuente de su poder. Cuando ocurre esta disociación, el proceso se revela de forma colectiva en el mundo en forma de violencia, guerras, delincuencia, sufrimiento, escasez y locura. La proyección de la sombra es el reflejo de la violencia interna contenida y generada por no abrazar nuestra propia oscuridad.

La oscuridad que se está manifestando en nuestro mundo o bien continuará generando sufrimiento y la autodestrucción o se desviará hacia una expansión de la consciencia. La humanidad como especie consciente, se acerca muy rápidamente hacia este horizonte de acontecimientos.  La oscuridad que se está revelando en el mundo es una señal de que la luz es cada vez más potente, al igual que la sombra del mediodía, cuando el sol más ilumina, refleja las sombras más oscuras.

Bibliografía
Alquimia y Mística - Alexander Roob - TASCHEN
Astrología del Nodo Lunar – Bruno y Louise Huber - Ed. API

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