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jueves, 3 de abril de 2014

Los lóbulos frontales y su relación con la conducta humana

Los lóbulos frontales están desarrollados solamente en los animales más complejos, y específicamente en los homínidos. 

En los lóbulos frontales, está localizada la parte encargada de la producción lingüística, oral y los movimientos de los órganos fonoarticulatorios. También controlan la motivación y la conducta, encargándose de dirigir nuestra conducta hacia un fin. De los lóbulos frontales dependen la atención, planificación, secuenciación y reorientación de nuestros actos, encargándose de tomar la información de todas las estructuras y coordinarlas para funcionar conjuntamente. Si se produce una lesión en esta zona, es más difícil de detectar que en otras partes del cerebro, pues no se manifestará con daños como déficits de habla, memoria, razonamiento o motores, pero si se mostraran problemas de conducta. A estas personas les resultará difícil saber lo que les motiva o les gusta en la vida, tendiendo a manifestar conductas inseguras, con pautas de inhibición o desinhibición y apatía o impulsividad. Estas conductas, pueden acarrear problemas sociales con tendencias y manifestaciones egocéntricas, histriónicas o de incompetencia social.

El lóbulo frontal y el libre albedrio

Cuando utilizamos la memoria utilizamos alternativas basadas en los recuerdos, y normalmente esos recuerdos son los que nos suelen condicionar a la hora de tomar nuestras decisiones. Sin embargo, el lóbulo frontal nos permite realizar elecciones conscientes, tomadas por propia voluntad, no basadas en los juicios de la memoria y los recuerdos, sino en lo que realmente nos motiva en la vida.

Einstein decía que no se pueden resolver nuestros problemas desde el mismo nivel de pensamiento que teníamos cuando los creamos.

Cuando no activamos el lóbulo frontal, nuestras decisiones están basadas en lo que ya sabemos, y es por eso por lo que nos cuesta tanto cambiar nuestros patrones y conductas. Creemos que elegimos pero en realidad nuestras decisiones suelen estar basadas en mecanismos automáticos aprendidos. Si quieres cambiar tu vida toma decisiones diferentes, en eso consiste el libre albedrío, en eso consiste salir de nuestra zona de comodidad.

Según Joe Dispenza: “cuando tomamos decisiones basadas en lo que sabemos y ya hemos estructurado en nuestro neocórtex (esos circuitos neuronales tan familiares), no sólo dejamos de activar el lóbulo frontal, sino que tampoco utilizamos el libre albedrío. En otras palabras, cuando no activamos nuestro lóbulo frontal, creemos que actuamos libremente, pero en realidad elegimos en base a unas cuantas opciones de datos familiares. Lo que hacemos realmente es confiar en que se active la maquinaria existente, basándonos en nuestra capacidad para elegir lo que ya sabemos en lugar de la información nueva que podríamos aprender con la intervención del lóbulo frontal. Elegir una situación familiar, rutinaria, común y conocida requiere una actividad mínima en el lóbulo frontal. Así́ pues, aunque tal vez creamos que tomamos una decisión basada en el libre albedrío, no elegimos más que aquello que ya sabemos, y eso no es verdaderamente una elección voluntaria. No es más que un reconocimiento de modelos. Se trata de una respuesta y de una reacción, no de libre albedrío.”

La importancia de la meditación para desarrollar nuestro lóbulo frontal

Los pensamientos inconscientes se han convertido en parte de nuestro cuerpo, que está gobernado por comportamientos aprendidos. Cuando meditamos, nuestra mente consciente ubicada en el lóbulo frontal, se relaja y comenzamos a sentir nuestra intuición. Entonces nuestra mente se expande, y al conectar con nuestro interior, se abre un mundo infinito de posibilidades.

Practicando la meditación, comenzamos a desarrollar la concentración y la atención, así nos convertimos en observadores de la realidad objetiva, y esto nos permite evolucionar y cambiar nuestras actitudes limitantes. A medida que aprendemos a centrar la atención y la observación, vamos desarrollando el lóbulo frontal, de esta manera, comenzamos a comprender la realidad trascendiendo los límites de nuestro entorno y nuestra memoria. 

Según la física cuántica, según observas así se muestra el mundo (ver efecto observador).

Las propiedades de la neuroplasticidad

La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro de crear circuitos nuevos a través de los estímulos provenientes del entorno y nuestras intenciones conscientes. Cuando aprendemos nuevas capacidades y desaprendemos comportamientos limitantes, el cerebro se renueva, y esto puede ocurrir a cualquier edad.

Según Dispenza "Si los conocimientos son para la mente y las experiencias para el cuerpo, cuando aplicas los conocimientos y creas una experiencia nueva, le enseñas al cuerpo lo que la mente ha aprendido intelectualmente. Los conocimientos sin la experiencia no son más que filosofía; la experiencia sin conocimientos no es más que ignorancia."

¿La mente puede curar el cuerpo?

Dispenza nos lo explica así:

“Mientras que el cuerpo es inconsciente y se rige por comportamientos aprendidos, la mente es consciente y está en constante renovación. Si la persona hace consciente su cuerpo podrá cambiar. Este proceso requiere estar relajado y abrir la mente. Cuando empezamos a sentir como pensamos y a pensar como sentimos producimos sustancias químicas que crean el nuevo estado de ser. Pero estos pensamientos pueden ser negativos y positivos. Los primeros destruyen al cuerpo y los segundos lo curan. Nuestros pensamientos, nuestra salud y la realidad están conectados."


Bibliografía: Desarrolla tu cerebro. Joe Dispenza
Joe Dispenza estudió Bioquímica en la Universidad Rutgers de New Brunswick (Nueva Jersey, EE.UU.) y ha cursado estudios de postgraduado en Neurología, Biología celular, genética, memorización, química cerebral, envejecimiento y longevidad.

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