Para las religiones orientales, tanto el Universo como el cuerpo humano están compuestos por siete niveles de conciencia
El primer nivel es lo Físico y Vital, después viene el Astral, constituido por las emociones y sentimientos. Las emociones afectan a nuestro cuerpo físico, mientras que los sentimientos afectan a nuestra Mente concreta o cuerpo del deseo, ya que los sentimientos son elaboraciones mentales de nuestras emociones. En la Mente concreta o Mente del deseo, es donde se genera el Ego, conformado por la personalidad, y sus diferentes subpersonalidades (máscaras sociales y personales). Estos cuatro primeros niveles conforman el Ego o “yo personal”. A partir de este punto comienza la triada de la divinidad en sí, que la componen tres dimensiones: Manas o Mente Superior, Bhuddi o Alma (donde se aloja la intuición) y Atma (donde se aloja la Voluntad Espiritual). Por encima de éstas está el Logos, donde reside la Sabiduría Superior, el Supremo Universal o Dios Supremo, que lo envuelve todo y es la Fuerza de lo que todo emana.
Muchos autores han dividido el Septenario en dos partes; el cuaternario o personalidad conformado por el “yo inferior” con sus elementos materiales y pasionales (físico, vital, emocional y mental) y el “Yo superior”, la triada formada por el Mental superior, el Alma (intuición) y la Voluntad divina. El “yo inferior” y el “Yo superior” se conectan a través de la Mente concreta, situada en el centro del septeneario.
En libro hindú del Bhagavad-guita, donde se describen parte de las epopeyas de los dioses hindúes. El carro del guerrero Áryuna es tirado por cuatro caballos, que algunos autores interpretan como el cuaternario de la personalidad (físico, vital, emocional y mental).
Ver entrada del Blog: El Arcano número 7
Tal vez la idea de que los caballos de Áryuna representan la personalidad, se deba a la idea hinduista de que los cinco sentidos son como caballos. Ese texto escrito en sánscrito, proviene de la Katha-upanisad (1, 3, 3-4):
ātmānaṁ rathinaṁ viddhi
śarīraṁ ratham eva ca
buddhiṁ tu sārathiṁ viddhi
manaḥ pragraham eva ca
indriyāṇi hayān āhur
viṣayāṁs teṣu gocarān
ātmendriya-mano-yuktaṁ
bhoktety āhur manīṣiṇaḥ
El alma es el pasajero, saben del cuerpo material el carro, ciertamente también.
La inteligencia sin embargo es el conductor, saben.
La mente son las riendas ciertamente también.
Los sentidos son los caballos, dicen.
Los objetos de los sentidos, hacia ellos los sentidos van.
El alma, con la mente y los sentidos ocupados disfrutan, así dicen los pensadores.
Cuerpo
Cualquier persona con un poco de consciencia, sabe que no es solo un cuerpo físico, y entiende que lo físico es solo una manifestación de los mundos sutiles. Para interactuar en lo material el Alma necesita una personalidad, esta personalidad estará conformada por la herencia (física, mental y emocional), y el conjunto de creencias y experiencias que vamos adquiriendo en el mundo exterior. La personalidad es solo un ropaje que nos ponemos cuando encarnamos en este mundo. En tanto que el hombre solo se identifique con su personalidad, continuará encerrado en la densidad, y cuanto más se identifique con la ilusión material, mayor será su sufrimiento mental y emocional. La densidad del sufrimiento, encierra a la personalidad en los arrebatos de las pasiones, yendo las emociones de un extremo a otro, y perpetuando la eterna repetición de una misma experiencia, hasta que el Alma finalmente se canse.
La personalidad
Esta compuesta por las distintas subpersonalidades o máscaras, que vamos adoptando según le convenga a nuestra personalidad. Las máscaras son solo protecciones emocionales creadas para ser aceptados por nuestro entorno. Cuanto mayor es nuestra desconexión más arraigadas estarán nuestras máscaras, hasta tal punto, que acabaremos creyéndonos y asumiendo nuestros papeles, y cuando esto ocurre, nos sentimos impedidos a cambiar (por ejemplo: no soy capaz de…, no se me da bien…, soy el tonto de la familia.., soy el líder…, soy la graciosa…) Si somos conscientes, seremos capaces de captarlas y cambiarlas. Estas máscaras adquieren distintos matices, incluso cambian radicalmente con nuestra familia, con nuestra pareja, en el trabajo, con los amigos, etc. En ocasiones hasta podemos tener subpersonalidades secretas que no mostramos a nadie, y que preferimos mantener en secreto por miedo a no encajar en la sociedad, en nuestra familia o en nuestro entorno…
La personalidad es el vehículo del cuerpo y se va conformando a partir de tres factores: herencia, creencias y experiencia.
El Alma
En el Alma están recogidas, el conjunto de experiencias de todas las reencarnaciones que hemos tenido a lo largo de nuestra historia álmica. El Alma, es un cuerpo sutil, pero está ávida de experiencias materiales, que se perpetúan una y otra vez en la rueda de las reencarnaciones. En muchas ocasiones decimos que alguien pierde su Alma, un Alma perdida es un Alma encerrada en las rueda de las reencarnaciones, y es el propio deseo el que la mantiene encerrada en la materia. El deseo al igual que lo material, nace de la ilusión de sentirnos separados de la Fuente. El Alma desea experimentar, así como lo físico ligado a la vida, desea perpetuarse, y esto en sí no es negativo ni positivo, es algo natural que nace de la motivación de estos dos cuerpos, pero cuando nos perdemos, nos confundimos y nos identificamos con las ilusiones del cuerpo y las experiencias del Alma, quedamos encerrados en el astral y el mental. Nosotros somos lo que creamos con nuestra mente, y esta puede llegar a ser nuestra cárcel, a través de ella podemos recrear el cielo o el infierno.
Cuando ya no tenemos el impedimento del cuerpo, el Alma se libera, pero la mente y el deseo siguen actuando. Si al morir pensamos que hemos sido malos e injustos, el Alma recreará su propio infierno en función de las creencias y deseos, si por el contrario pensamos que hemos sido justos y existe un cielo, recrearemos nuestros propio cielo a partir de nuestros deseos más profundos.
Sin embargo, en la muerte todo límite se diluye, y entonces es cuando intuimos que los demás no son más que un reflejo de lo que nosotros somos, y que todo el daño que le hemos hecho al otro, es todo el daño que nos hemos querido hacer a nosotros mismos, pero que no nos hemos atrevido a causarnos directamente, por pura inconsciencia, y por tanto ese dolor que hemos hecho padecer a los demás, lo sentiremos en nosotros. Así mismo, también recibiremos de vuelta la felicidad dada, pues no existe nada fuera de nosotros que nos vaya a juzgar, nosotros seremos y somos nuestros jueces más severos.
La personalidad es el vehículo del cuerpo, y el cuerpo es el vehículo del alma.
Espiritu
Si nuestro cuerpo físico estuviera directamente habitado por el Espíritu, nos desmaterializaríamos directamente, porque el Espíritu solo puede concebir la Unidad. Hace falta un gran poder físico para poder soportar la Luz que emana del propio Espíritu. El Espíritu nunca se puede perder en lo que los hindús denominan “maya” (ilusión), porque el Espíritu si se reconoce así mismo, y sabe que la personalidad y todas las experiencias adquiridas por el Alma son solo ilusiones creadas por el deseo, que surge de la personalidad egoica. Solo el Alma puede conectarse con el Espíritu, y solo es capaz de conectarse cuando acalla a los demás cuerpos que componen la personalidad (físico, mental y emocional), y esto ocurre cuando hacemos meditación, ya que entonces el Alma es capaz de vislumbrar la Paz y la Serenidad que brotan del Espíritu, en ese estado de quietud todo se percibe en Armonía, todo esta en orden y tiene una razón de ser.
La personalidad es el vehículo del Cuerpo, el Cuerpo es el vehículo del Alma y el Alma el vehículo del Espíritu.
La evolución de la consciencia
El Espíritu ó Supremo Universal es la Fuerza de lo que todo emana. Todo es consciencia, desde un simple mineral hasta un buda totalmente consciente de su divinidad, solo que están en distintos grados de conciencia, ya que todo emana de esta Unidad. La única manera que tiene Dios de experimentarse así mismo es dividiéndose en diferentes consciencias individuales. Es así como comienza el juego de la divinidad. Solo cuando la consciencia es capaz de reconocerse así misma a través de la mente, es cuando el hombre empieza ser consciente de su propia divinidad, entonces comienza el camino de retorno hacia la Unidad.
excelente explicacion... aradecido
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